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La moda del candado

  • Foto del escritor: Carolina Amor Montiel
    Carolina Amor Montiel
  • 19 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Me hace mucha gracia esto de los candados en los puentes. Esta moda, que ya existía, pero que se incrementó en gran medida gracias a las novelas de Federico Moccia, que hablaban de amores complicados, de mundos distintos… que al final siempre encajaban a la perfección y el amor florecía –oh-.

Recuerdo la primera vez que vi una foto de ese puente en algún punto perdido de Roma, y automáticamente pensé que era una de las cosas más bonitas que había visto –en un sentido romántico-, y que quería ir. Es más, durante el viaje que hice con mi familia a Roma solo era capaz de pensar en ese puente innominado, que yo llamé “El puente de los candados” porque como veréis, soy muy original.

No llegué a ver ese puente.

Pero desde entonces, ha llovido mucho, y yo he viajado más. Y parece que es una moda que se ha extendido por todo el mundo. No solo en Roma, sino también en Frankfurt, Amsterdam y hasta en un puente de riachuelo es frecuente encontrarte con varios candados atados.

¿Magia, tal vez? ¿Creéis que es cierta esa profecía que dice que si atas el candado con tu nombre y el de tu amor al puente y tiras la llave al río el amor es para siempre? ¿Cuánta gente se habrá jurado amor eterno en un puente con un candando de mierda?

Pues muchos más de los que os creéis. Pero para mí, esto es como un cuento para bobos. De estos cuentos que al principio parecen increíbles; de estas historias que inicialmente parecen perfectas, y luego relees y piensas: Mierda, espera. ¿Pero qué…? Sí. Pasa muchas veces. Lo cuki ciega más que la ginebra.

Menos mal que no soy la única que piensa esto. Y gracias Federico Moccia, porque tú también te diste cuenta de ello y escribiste la segunda parte de ‘Tu y yo a tres metros sobre el cielo’ donde los pegalosos Babi y Step no acaban juntos, y Step tiene más ganas de Gin que un niño de un algodón de azúcar en plena feria.

Siento acabar con las ilusiones de cientos y cientos de personas, pero lo ayuntamientos, de vez en cuando, hacen limpieza de candados. Esto es porque hay una invasión prominente de cukis y los puentes ceden por el peso. Así que si pensáis que la base de un amor solido es un candado, que además, habéis comprado en los chinos; y que tirar la llave al río hará que perdure para siempre, cito al gran Santi Balmes para deciros que “son cuentos chinos para niños del Japón”.


Y hablando de Santis, os dejo una pequeña y rápida reflexión de Santi Pérez sobre “el amor de candado”, un 31 de octubre en Amsterdam:

Esta entrada fue publicada en mi Wordpress el 3 de noviembre de 2015.

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